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Turismo Sí, pero no así

La mayor transformación de la historia del archipiélago canario ha ocurrido en las últimas décadas, tras el boom turístico a partir de los años ’60 del siglo XX. Una sociedad con una tradición agrícola, ganadera y pesquera de casi cinco siglos de antigüedad pasó a ser, de la noche a la mañana, uno de los destinos turísticos más conocidos del mundo. El turismo provocó el abandono del campo y la explotación descontrolada de las zonas costeras, con lo que también los ecosistemas marinos y costeros empiezan a sufrir la ocupación de suelos, la destrucción de zonas vírgenes, el uso público descontrolado y la contaminación.

Fotos: Jonathan García

Los turistas se suman a los residentes en el consumo de recursos (agua, suelo, energía…), la generación de residuos y en el incremento de las cuotas de contaminación debido, sobre todo, al transporte aéreo. Asimismo, los circuitos turísticos “todo incluido”, manejados por grandes touroperadores, que atraen cantidad en lugar de calidad, fomentan un turismo de masas nada respetuoso con el territorio y que, por otro lado, conlleva la precarización de un sector servicios en el que trabaja la mayor parte de la población, con unos sueldos insuficientes y un bajo nivel de profesionalización.

En la Fundación queremos apostar por la posibilidad de un modelo turístico más sostenible. Un modelo en el que se dé más peso a la calidad que a la cantidad, basado en el respeto a la cultura local y que conserve y proteja los recursos naturales. Creemos en la diversificación real de la oferta, en la especialización y en la profesionalización. Defendemos la creación de economías circulares y la limitación del poder de los intermediarios para que sea posible un reparto más justo y equilibrado de la riqueza, de forma que repercuta positivamente en la población local sin depredar los recursos naturales.