
Durante estas últimas semanas hemos asistido a un fenómeno que ha hecho saltar algunas alarmas en las Islas Canarias: la crisis de desabastecimiento de papas. Este hecho nos ha recordado varias cosas: nuestra enorme dependencia del exterior y cómo hemos abandonado la agricultura. Aunque la producción local de papa en el Archipiélago cubre entre el 60 y el 70 % del consumo, esto no es suficiente para la demanda existente. Estudiamos por qué se ha dado la crisis de la papa en Canarias.
Desde Fundación Canarina analizamos por qué este hecho está afectando tanto al consumo de un bien que en las islas está situado en la primera línea de consumo y es parte fundamental de la dieta diaria.
Canarias comenzó un proceso de desagrarización en la década de los 60 del siglo XX liderado por el boom del turismo. Esto provocó un éxodo rural en favor de la construcción. Nos abrimos al comercio internacional para darle respuesta a los miles de turistas que llegaban.
Por otra parte, nuestras limitaciones agrícolas son mayores que en el resto de España por nuestras restricciones geográficas y la abrupta orografía. A lo que hay sumarle la presión urbanística por el turismo, el interés por potenciar las energías renovables y la crisis hídrica. Todo esto hace que Canarias tenga la proporción de superficie agrícola utilizada (SAU) más baja de España: un 6,6 % o 49.349 hectáreas.
Todavía existen más datos. Canarias tiene el coste de hectárea cultivable más caro de España. 79.000 euros en 2021. Pero también de Europa: está por encima de Países Bajos (71.225 euros), Luxemburgo (47.290 euros) y Bélgica (38.496 euros).
A todo esto, se le suma una gran problemática: el relevo generacional. Los jóvenes canarios no quieren o no pueden dedicarse a la agricultura y esto provoca el abandono de las tierras que están disponibles para el cultivo. Además, según el censo del Instituto Nacional de Estadística (INE), existe una gran reducción de disponibilidad de tierras rurales. Esta reducción se debe a la ineficiente política de apoyo a la agricultura, a la fuerte competencia de los alimentos importados, a las nuevas plagas y al aumento del coste de los productos fitosanitarios.
Las estadísticas dicen que el empleo agrícola ha disminuido en España. En 1991 representaba el 10 % de la ocupación, mientras que en 2019 un 4 %. Un agricultor canario no cubre los costes de producción con el precio que paga el consumidor o intermediario. Además, compite con productos importados muchos más baratos.
Ahora, el corte de suministro de papa desde Inglaterra (a más de 4.000 kilómetros de distancia) ha disparado el precio del tubérculo y la demanda como nunca antes se había visto. Se pone en evidencia que son necesarias medidas en materia de soberanía alimentaria y eficiencia hídrica en Canarias antes que seguir potenciando el turismo.
Por todas estas razones se está dando la crisis de la papa en Canarias.
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